martes, 28 de julio de 2015

IntensaMente


Riley es una joven de 11 años que vive con sus padres felizmente en Minessotta, hasta que una mudanza a consecuencia del trabajo de su padre haga tambalearse su apacible existencia. Su mente, capitaneada por Alegría y secundada por Miedo, Asco, Tristeza e Ira, intentará lidiar con ello de la mejor manera posible.
Antes de hablar de esta estupenda película voy a dejar clara una cosa: la cinta es una gozada, pero "Lava", el corto que acompaña a esta nuevo trabajo de la Pixar es, simplemente, una obra maestra. No solo es maravilloso a nivel de diseño de personajes y animación (ahí es nada dar vida a dos volcanes), y también de música, como se ve en el enlace que he dejado, sino que se trata de la mejor historia de amor que el que escribe ha visto en muchísimo tiempo en una pantalla. Solo esta pieza ya merece el precio de la entrada.

Una vez dejado esto claro vamos con "Del revés" (malísima traducción del título original "Inside Out": mucho mejor el que le han dado en Latinoamerica y que da nombre a la entrada "IntensaMente").

Aunque los trailers eran muy esperanzadores, había un poquito de desconfianza (por lo menos en mi caso) a la hora de ver lo nuevo de Pixar, la primera película que presentaban basada en algo completamente nuevo desde la muy reivindicable "Brave" en 2012. No es que el estudio hubiera dejado de ser un sinónimo de calidad (pocos estudios pueden presumir de semejante retahila de obras maestras en su catálogo...) pero los últimos tiempos hacían temer que se fueran perder en secuelas más interesadas en vender merchandising que en contar historias nuevas y tremendamente originales que les habían convertido en la apuesta segura en el mundo de la animación (y del cine en general).

Afortunadamente, todos los miedos quedan despejados tras ver esta cinta, que vuelve a marcar otro hito en la historia del estudio (y van...), porque todo en ella es sobresaliente. Intentare ir analizando por capas, como su complejidad y brillantez merece.

El diseño de producción y de personajes es simplemente magistral. Y no solo por lo espectacular y vistoso, que lo es y mucho, sino que además enriquece la historia. La concepción del mundo que representa la mente de la protagonista es una buena muestra con ese enorme almacen de recuerdos con forma de circunvoluciones cerebrales, o detalles pequeños pero brillantes como la consola que las emociones manejan para controlar el comportamiento: tiene un único botón cuando nace, aumenta en complejidad durante la infancia, para acabar convertida en un galimatias de cientos de botones cuando se inicia la adolescencia. O ideas que harían las delicias de Dalí y Buñuel, como la secuencia en la que los personajes pasan a ser
pintura figurativa, o la concepción de los sueños como si de un estudio de cine se tratara. Y lo mismo se aplica a los personajes que dan cuerpo a las emociones: su concepción, más allá del uso de los colores historicamente relacionados con las emociones, es muy imaginativa, con ese Miedo larguiducho que se mueve como deslizandose en todo momento o el Asco, con modos de niña pija. Pero es que además la textura con la que los han diseñado les acerca a los muñecos de tela (a la manera de los Teleñecos, para que nos entendamos...) y sin embargo sus siluetas están un tanto desdibujadas, lo que los hace les da un aspecto de eterea fisicidad (o ficisidad eterea, si se prefiere...). Mención aparte merece Bing Bong, el personaje más bizarro (y probablemente el más entrañable) de todos, que introduce en la película el que es uno de los temas principales de muchas de las películas Pixar: el dejar marchar.

Todo este despliegue visual sería un vacuo artificio si la historia no estuviera narrada con brio, emotividad e imaginación. Y de todo esto anda sobrada, a pesar de tratar temás tan complejos como la neuropsicología, logrando mantener en todo momento el interés (tanto de mayores como de pequeños) gracias a un ritmo perfecto, que le permite pasar de la risa al llanto casi de un plano a otro. Pero es que además trabaja con bastante fortuna aspectos a menudo ignorados en el cine de animación como la fotografía, algo que queda plasmado en la secuencia de la fuga de Riley concebida como si estuviera rodada con la cámara al hombro y con predominancia del color gris.

Y para el final el punto sobre el que se sustenta todo: un guión ejemplar. A grandes rasgos se podría decir que es la versión "La vida es así" de la película "Origen": uno no puede más que quitarse el sombrero por la capacidad que tiene el libreto de manejar un tema tan complejo como este y hacerlo entendible y disfrutable para adultos y niños, sin caer en la simplificación perezosa o el edulcoramiento excesivo. Pero es que al brillantez no está solo en el punto didactico, sino en la llamada de atención que hace la cinta sobre la necesidad de todas las emociones para alcanzar la plenitud, algo muy de agradecer en estos tiempos en los que la neutralización de los sentimientos negativos está tan de moda. Y un sopapo para todos aquellos que siguen acusando a (todo) el cine animado de pasteloso y superficial.

Pixar sigue jugando en otra categoría. Y a la vista del trailer de "The good dinosaur", la dosis extra de esta año para compensar la ausencia de pelícual Pixar el año pasado, todo apunta que no van a moverse de ahí a medio plazo. Solo puedo celebrarlo.

lunes, 20 de julio de 2015

Cine en random (XI): "Loca Evasión"


A partir de un hecho real, se nos cuenta la historia de la joven Jean Lou Poplin (Goldie Hawn en la mejor interpretación que le he visto), que pondrá en jaque a toda la policía de Texas tras organizar la fuga de su marido Clovis Michael (William Atherton, cuyo mayor logro en  su carrera sería ser el sparring de la ira de la mujer de John McClane en las dos primera "Jungla de Cristal"...) de un correccional, con el objetivo de llegar a Sugarland, ciudad en la que se encuentra su hijo, apenas un bebé, en una familia de acogida, tras que les fuera retirada la custodia por sus problemas con la ley.

Tantos años admirando a Spielberg, y aun  me faltaba su estreno en largometraje cinematográfico. Un fallo un tanto imperdonable, ya que he visto hasta dos de sus primeros telefilms de larga duración: el curioso "Something evil" y el magistral "El diablo sobre ruedas". Una vez visto, puedo decir que no se trata en una película en absoluto imprescindible (se trata con suerte de un  trabajo irregular...), pero si que se trata de una propuesta interesante, sino por su valor intrínseco, si por su valor como semillero de lo que estaba por venir en la carrera del barbudo.

Se trata de un trabajo insatisfactorio principalmente por dos motivos. El principal de ellos es el guión, que resulta muy tosco, sobre todo en el tratamiento del humor. Esto resulta sorprendente en Spielberg, al tratarse de un realizador que posteriormente daría muestras de una gran habilidad para insertar humor en otros géneros como la aventura, el terror o la ciencia-ficción. Aquí los chistes son fáciles y a veces hasta zafios, con gags alargados en exceso y otros directamente sin gracia. Y el otro gran problema son los altibajos de ritmo que tiene la película: se reincide en algunos temas en exceso, y la película extiende su duración más allá de lo necesario, lo que hace que el aburrimiento se haga dueño de la situación en algunos momentos. Vale que el ritmo esta relacionado con el guión, pero es obvio que esta película necesitaba tijera por algunos sitios, y el jovencísimo Spielberg no supo hacerlo.

Los que he citado son los problemas (bastante importantes) que acarrea la película, pero sin embargo, a lo largo de la película hay semillas diseminadas de todo lo que estaba por venir en la carrera del genio de Ohio.

A nivel temático, aparece el tantas veces comentado tema cuando se habla Spielberg de la familia rota y el peso de las respondabilidades familiares, que en este caso, no deja de ser la espoleta de la trama. Y si a eso se añade la estructura de road-movie de la película, al espectador le acaba viniendo muchas veces a la cabeza "Un mundo perfecto" de Clint Eastwood, como reseñó en su día el gran Tomás Fernandez Valentí en un artículo de "Dirigido por" en el que trazaba paralelismos entre ambos cineastas. Pero más allá de esto, que es indudable, está otro de los principales temas de su filmografía que se suele pasar por alto: el de el protagonista que desclasado que busca su supervivencia y/o lugar en el mundo. ¿O es que no es acaso ese el tema de cintas aparentemente tan
dispares como "El diablo sobre ruedas", "Encuentros en la Tercera fase", "El imperio del Sol". "Inteligencia Artificial", "La terminal" o "E.T."?. Y luego estaría el tono de la cinta, que la emparenta con propuestas como "Atrapame si puedes" o "La Terminal", que es aparentemente  ligero, pero en general bastante pesimista, y  que siempre ha presidido su carrera, desde su cortometraje "Amblin", incluso. Y aquí no me puedo resistir a defender que Spielberg, en contra de lo que piensa mucha gente, que lo tacha de manera muy alegre (y superficial) de director blando y ñoño, se trata de un cineasta bastante oscuro. Y no hablo solo de sus dramas como "El color púrpura", sino de películas con finales con un mensaje tan deprimente como el de "E.T", "Munich", "En busca del arca perdida" o "Salvar al soldado Ryan", por citar solo algunas de ellas.

Una vez que ya me he despachado a gusto, a lo que íbamos.
Los apuntes que adelantan lo que esta por venir no quedan solo en lo temático y en el tono, sino también en al realización. Así en esta película encontramos ya imágenes (esos planos de reflejos en el retrovisor: una constante visual/autoguiño, también desde los tiempos de "Amblin"...) y movimientos de cámara que se convertirían en santo y seña spielbergianos. Así abundan los movimientos de cámara que siguen algo en segundo plano para terminar fijandose en un objeto que se encuentra en primer plano, o esa cámara que se asoma por la un borde del plano para terminar mostrando una imagen impactante. A esto no es ajena la excelente labor de fotografía del mítico cinematógrafo húngaro Vilmos Zigsmond, cuyo virtuosismo se hace notar, además de en los momentos de persecución, con la cámara acercándose y rodeando los distintos vehículos en lo que se puede entender como un precedente de la célebre secuencia de la huida en auto
de "La guerra de los mundos", en secuencias tan bellas como esa en la que los dos protagonistas ven desde la caravana donde se refugian cortometrajes del coyote y el correcaminos, y en el que la imagen de los dibujos animados superpuesta sobre las caras de los protagonistas a través del cristal del que lo están viendo, es una brillante manera de aunar la inocencia e impulsividad de los personajes con el destino trágico que les espera. Y para el recuerdo, una de esas imágenes, que se graban en la retina, el intento de taponar una herida de bala con pañales: no son los excrementos para los que están diseñados lo que recogen, sino sangre...

Una película irregular y lejos del nivel de maestría que venía de alcanzar con "El diablo sobre ruedas" y que alcanzaría cotas inauditas hasta entonces en "Tiburón", pero que deja claro que ese chaval llamado Spielberg era alguien a tener muy en cuenta

viernes, 10 de julio de 2015

Un mundo infeliz

Año 2022. François es un catedrático de literatura en la Sorbona de París que vive en la más inmensa apatía, en soledad y sin ningún atisbo de mejora en el horizonte. Para su sorpresa, el Partido Musulman francés, verá incrementado su poder de manera harto sorprendente, hasta llegar a disputarse con el Frente Nacional de Marinne Le Pen el Eliseo. Todo esto supondrá un vuelco para su vida y para la de toda Francia.

Precedido del inmenso ruido mediático que genera cada novela de este autor, que en este caso, además se vió aumentado por coincidir su publicación con el día en el que se cometió la infame y trágica matanza en el semanario "Charlie Ebdo", Michel Houellebecq presenta su nueva novela, "Sumisión",  que ha hecho que haya terminado teniendo que tener un guardaespaldas las 24 horas del día por estar amenzado de muerte por integristas musulmanes.

A pesar de todo el revuelo montado (revuelo, que una vez leída la novela, no se termina de entender del todo, pero sobre escribiré luego..), cuando pase el tiempo y las aguas vuelvan a su cauce, lo único que quedará será el valor de la obra como tal. ¿Y es una obra que en realidad merezca la pena? Pues sin encontrarse entre sus mejores trabajos, para mí esos son "Plataforma" y "Las partículas elementales", si que se trata de un libro interesante, más que por su narrativa, por las reflexiones que plantea sobre la sociedad occidental moderna.

Porque a pesar de que Houellebecq es tachado, con demasiada ligereza, de provocador, en este caso el autor no busca tanto escandalizar, como ofrecer un retrato de la desorientación y tristeza vital del hombre occidental, y por añaduría, de la población occidental en general. Pero para hacerlo, lejos de los exabruptos que le aupan a las páginas de los diarios, opta por mostrar como un régimen, que significa un retroceso en los valores que tanto ha tardado en conquistar la sociedad moderna, es abrazado de manera voluntaria y democrática por la población francesa, cuna de las ideologías sobre los que se basa el sistema político y social actual. Para dejarlo más claro y acudiendo a las dos distopías políticas más celebres, Houellebecq, que aquí opta por acercarse más a "Un mundo feliz" de Aldous Huxley, que a "1984" de George Orwell. Y no deja de ser un acto lógico a nada que se piense, ya que si algo nos demuestra la historia es que los absolutismos más terribles que se han conocido, fueron  siempre, en primera instancia por lo menos, elegidos y auspiciados por los votantes, en general empujados por el descontento y la deriva vital, y las promesas de fraternidad y grandeza. Porque, como el propio autor cita en el libro, cuando una civilización se derrumba, es porque se había suicidado antes. Por eso, el panorama político que pinta, que empuja al electorado francés a elegir en segunda vuelta entre el Frente Nacional de Marine Le Pen y el Partido Musulman, no puede resultar más plausible en nuestro día a día, con unos políticos que solo se preocupan por ser reelegidos, siendo capaces de pactar con cualquiera para lograrlo y generando así el desencanto en la población. Población que ante una situación de incertidumbre y de ausencia de de valores, encuentra en la vuelta a ideologías retrógradas las certezas que necesita. Porque si otra cosa queda clara si se vuelve la vista atrás (o si leemos esa visionaria obra maestra que es "Alamut" de Vladimir Bartol...), es que las utopías son ideas muy poderosas y seductoras, que hacen que la sociedad pierda la capacidad crítica: la pureza y fraternidad de la nación aria, el compromiso de igualdad sobre el que se sustenta el comunismo, la promesa de vida eterna de las distintas religiones... Todas estas ideas, han calado en la Humanidad a lo largo de la Historia. Y dudo mucho que su fracaso haya servido como aprendizaje al Ser Humano: si vivimos lo suficiente veremos como se repiten.
El que el gobierno del Partido Musulmán sea logrado en las urnas es, a mi entender, todo un acierto. En lugar de optar por un golpe de estado lleno de violencia y sangre, el autor sacrifica el impacto que esto podría tener para construir algo menos llamativo pero mucho más perturbador. Vendría a ser lo mismo que aleja las ya citadas "1984" de "Un mundo feliz": donde la primera muestra un gobierno basado en el miedo y la represión, la segunda opta presentar por un sistema político que se apoya en el hedonismo y la ausencia de reflexión de al ciudadanía. Leer la obra de Orwell es terrorífico, pero la de Huxley terminando siendo una experiencia mucho más perturbadora, porque la situación que plantea es más perversa y creible, y las reflexiones que genera en el lector son más duraderas...
Todo esto es muy interesante y esta bien planteado, pero hay un problema: en lugar de haber optado por desarrollarlo a través del desarrollo de la trama, como si que logró hacer en su anterior trabajo "El mapa y el territorio", en este caso el escritor francés opta por hacerlo a través de conversaciones que mantiene el protagonista con otros personajes. Dichos diálogos son interesantes, pero muy discursivos, lo que hace que uno sienta por momentos que está leyendo un ensayo más que una novela.
Y ya para ir cerrando la polémica sobre la imagen que da del islamismo. A la vista de los comentarios encendidos que ha generado, uno no puede evitar pensar que la inmensa mayoría de la gente no se ha parado a leer la novela. Puede ser que a algunos les moleste que se recuerde que el Islam es una religión que permite la poligamia y que recorta la libertad de la mujer (como también la recorta el catolicismo más retrógrado, ojo), pero por lo demás, la imagen que da de esa religión es bastante respetuosa, y su manera de retratar a los musulmanes, y en especial al presidente de la nación no cae en ningún momento en la caricatura ni el maniqueísmo.

Como anécdota, no puedo cerrar la entrada sin llamar la atención sobre el hecho de que se ha recortado mucho la carga sexual respecto a las novelas previas: el follar no le sirve de alivio, ni siquiera momentáneo, del vacío existencial del protagonista. Lo único que parece hacerle disfrutar de la vida es la comida, a la que se dedican bastantes párrafos. ¿Será que Houellebecq ya ha dejado atrás el sexo en su vida y se ha volcado en la gastronomía como única fuente de deleite? Los años no perdonan ni a los más libidinosos...




Una novela interesante, pero en la que Houellebecq se ha preocupado más desplegar sus tesis que en contar una buena historia. De cualquier manera, seguiré esperando sus próximos trabajos como agua de mayo, porque este autor es muy necesario en nuestros días. Como despedida curiosa, una canción cantada (a medias) por el escritor.